sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo I: Un gran alboroto



Capítulo I: Un gran alboroto

Vändor caminaba por el denso bosque que rodeaba la aldea en busca de algo de agua para llevar a su aldea; hacía semanas que no llovía, y el agua comenzaba a escasear.
- ¡Vän! -Le pareció oír un grito proveniente del interior del bosque. Sus oídos de elfo no lo traicionaron; era su compañera Trisha. -Vän, mira lo que he encontrado. Está volviendo a ocurrir. Este pobre ciervo no ha tenido ni la menor oportunidad de defenderse.
- Es verdad, son las marcas del Bégimo que atacó Alboria hace unas semanas.
- Pero no es momento de preocuparse por eso, hemos venido a por agua para la aldea. Además, está empezando a anochecer.

Cuando Vändor y Trisha estaban llegando a las puertas de la aldea, vieron que un grupo de soldados alborianos hacían guardia en la puerta.
- Eh, Vän, fíjate en eso. -Dijo Trisha, intrigada.
- ¿Soldados alborianos? ¿Qué harán aquí? -Respondió el joven elfo.
Se acercaron con naturalidad y se disponían a entrar en la aldea cuando un soldado les bloqueó el paso.
- ¡Alto! ¿Quiénes sois? -Dijo uno de ellos.
- Somos aldeanos, salimos al bosque a por agua. -Respondió Trisha.
- De acuerdo, podéis pasar, pero andaos con ojo, vuestro jefe está extraño últimamente.
- Descuide. -Dijo Vändor al tiempo que retomaba la marcha.
Al llegar a la plaza central de Alboria observaron que había un gran revuelo en la zona. Intentaron informarse, pero fue en vano. Decidieron ir a hablar con el jefe de la aldea.
- ¡Jefe! ¿¡Jefe Zaíl, está en casa!? -Gritó Trisha a la vez que golpeaba la puerta.
- No está, ya podéis dejar de armar este escándalo, que suficiente hay con el de la plaza. -Sonó una voz grave, aun para provenir de un elfo, a sus espaldas.
-¡Kairyu! -Exclamó Trisha, sorprendida por la presencia de su amigo.- Estás aquí. Creímos que te habías marchado por lo del otro día.
- ¿Por el ataque de un simple Bégimo? ¡Qué va! Pero fue tan repentino que no pude defender mi hogar y salí tras él cuando escapó. Aunque mi casa quedó reducida a escombros, pero ya la estamos reconstruyendo. Ahora sólo falta la parte trasera y el sótano para que esté como antes. En Alboria se está como en ningún otro sitio.
Siguieron buscando al jefe para pedirle que les explicara la causa de aquel revuelo, de modo que se separaron y fueron cada uno por su lado.
Trisha fue hacia el oeste, a las fuentes, que estaban secas, para preguntar a los aldeanos, pero ninguno le había visto.
Vändor fue al templo, al norte, pero no obtuvo resultados.
Kairyu se dirigió hacia la plaza, en el centro-sur de la aldea, a la cual llegaban más y más soldados para calmar a la gente.
- Disculpe, ¿ha visto al jefe Zaíl? -Preguntó a uno de los soldados que acababa de llegar.
- Hace unos minutos le vi corriendo hacia el norte de la aldea, más allá del templo, parecía con prisa.
- Gracias.
Fue corriendo hacia el templo y de camino se encontró a Trisha, la cual le siguió. Más adelante vieron a Vändor, también fue con ellos.
Llegando a las montañas del norte alcanzaron al jefe de la aldea.
- ¡Jefe! -Exclamó Vändor
Éste no hizo caso y prosiguió su camino. Kairyu salió tras él antes de que fuera demasiado tarde.
- Señor, ¿qué hace aquí? -Le dijo, a la vez que le agarraba del brazo. -Usted mismo nos prohibió acercarnos a estas montañas, y mucho menos entrar en la cueva.
El jefe le miró, se soltó y siguió. Kairyu vio un brillo rojizo en sus ojos, el cual no supo reconocer. Le dejó seguir su camino y regresaron a la aldea.