miércoles, 8 de mayo de 2013

Capítulo IV: Una reunión caótica



Capítulo IV: Una reunión caótica


En una sala apagada y lúgubre, de gruesas paredes hechas de fría piedra, con ventanas amplias y altas como gigantes, se podían observar, alrededor de una gran mesa circular, cuatro seres. Uno de ellos, Album, que emitía un resplandor blanco estaba sentado frente a Viride, que irradiaba un aura verde. Caeru, azul como el cielo, estaba sentado frente a la puerta, la cual estaba siendo atravesada por Vacuam.
Vacuam era un ente diferente a los otros tres, no emite ningún tipo de brillo. Al contrario, parecía que absorbiese la luz. Era el más poderoso de los cinco, lo que le había hecho ganar su respeto y el liderazgo.
- Caeru, ¿qué sabes de Crocus? - Su voz, penetrante y oscura, retumbó en los muros del habitáculo.
- Aún no ha vuelto de la Región del Norte, parece que tiene complicaciones. -Respondió el azulado personaje.
- ¿Crees que deberíamos ir a ayudarle? –Intervino Album.
- No, debe aprender a valerse por sí mismo. –Respondió Vacuam, volviendo a hacer retumbar los muros.
- De acuerdo. Album y yo iremos a hablar con nuestro infiltrado en la Región del Oeste. -Anunció Caeru, poniéndose en pie.
- Id, pero debéis regresar en menos de dos días. -Ordenó el jefe.
- Eso no será problema si voy con Album. -Replicó Caeru, confiado.
Caeru se acercó a Album, puso su mano en el hombro de su compañero y desaparecieron en un abrir y cerrar de ojos.
Viride se levantó y salió de la sala. Poco después, Vacuam le siguió.

Album y Caeru aparecieron en el despacho personal del General de Valindea, quien se sobresaltó al verlos aparecer tan súbitamente.
- ¿Qué queréis ahora? ¿No es suficiente con que haya conseguido el Diamante Real para vosotros? -Preguntó él, que aún no se había recuperado del susto.
- Venimos a ver si tienes algo nuevo que contarnos. -Habló Caeru, apoyándose sobre un brazo en una de las paredes de la habitación.
Era pequeño, pero acogedor, y estaba bien decorado. Había cuadros y fotos en las paredes laterales; un escritorio, detrás del cual se sentaba el General; y una mesita con una botella de cristal que contenía hidromiel junto a unos vasos. En la pared de la puerta, situada enfrente del escritorio, se apreciaba un mural en el que se veía cómo un feroz león atacaba sin temor a una gran águila y, entre ambos animales, un altar. Había un hueco en cada una de las garras delanteras del voraz depredador, uno en cada una de las patas del ave rapaz y una última cavidad en la parte superior del altar, aunque estaban vacíos. Tras el asiento del General había una vidriera, por la que entraba plenamente la luz a primera hora de la mañana.
- Tres guerreros de Alboria han venido pidiendo que se forme una alianza porque el planeta está en peligro. ¿Les sigo la corriente?
- Sí, hay que evitar que nos relacionen. -Dijo Album, desde la puerta.
- De acuerdo, formaré la alianza. Os informaré si hay novedades.

- ¡Viride! -Exclamó Vacuam, malhumorado.
- ¿Sí, señor? -Respondió presto. No convenía enfadarlo más.
- Ve a ayudar a Crocus, está tardando demasiado.
- Sí, señor. -Se dirigió a una de las grandes ventanas, se posó en el borde y saltó. Al poco rato se le podía ver volando hacia el cielo, resplandeciendo en un tono verde brillante.
Cuando llegó junto a su compañero, vio que estaba malherido. Había escombros por todas partes, no quedaba ni un edificio entero en un radio de 5km, y Crocus estaba en el centro de un gran cráter. Viride le puso una mano en el pecho y, tras unos segundos, recobró el sentido.
- Uuuh, ¿Viride? ¿Qué haces aquí? Creía que esta era mi misión. -Trató de incorporarse, pero cayó como el plomo.
- Y lo era, pero Vacuam es demasiado impaciente y parece que se cree que somos tan poderosos como lo era él antaño. -Respondió mientras curaba a su amigo con su poder. Estaba rodeado de tierra, en aquel cráter no había nada artificial, de modo que podía obtener bastante energía natural.
- No entiendo por qué no le atacamos. Entre los cuatro podremos de sobra con él. –Dijo Crocus, que parecía totalmente recuperado.
- No es tan sencillo. Vacuam podría absorbernos y dejarnos en otro plano astral por toda la eternidad. Aunque no sea tan poderoso como antes, sigue conservando sus poderes de Caos. No se dejará vencer antes de lograr su objetivo, por eso debemos seguirle.-
- Y, ¿cuál es su objetivo? No sabemos nada de él, excepto que es muy poderoso. No sabemos ni de su pasado, ni de su futuro. A mí no me llega con saber que podría hacer un agujero en mi tripa, y sé que a ti tampoco, Viri.
- No me llames así, ya te lo he dicho mil veces. -Le dio un puñetazo en el hombro. -Claro que no, pero no podemos hacer nada. Cuando no está en su sala, está dándonos órdenes.
- ¿Por qué no lo encerramos en su sala? No será difícil, si se pasa el día en ella.
- Y, ¿cómo piensas anular su poder?
- Habrá que pensar en algo… ¿Y Album?
- Está en la Región del Oeste. -Contestó a la pregunta, aunque no venía a cuento.
- No, quiero decir que si él no sabe crear campos de energía.
- Sí, pero no será suficiente para anular el vacío.
- Podemos usar tus dotes “naturales” para ampliar su poder.
- Ja-ja, qué buen juego de palabras, genio. Podríamos usarlo. Es decir, si nuestra base no hubiese sido creada en un terreno devastado. Sin naturaleza apenas tengo poder.
- Te lo podemos dar Caeru y yo.
- No valdría, son meta-poderes, no son naturales.
- ¿Te das cuenta de lo quisquilloso que eres?
- Ya.
Mientras ellos dos discutían, una nave llegó a los alrededores. Lo notaron, pero no parecía importarles. Se levantaron y fueron hacia ella con toda la tranquilidad de la que disponían.