Capítulo III: La marcha
Tras preparar su equipo, los guerreros
fueron a la enfermería. Era por la tarde.
- Jefe, debemos partir hacia Valindea. No
podemos permitir que esos Caos destruyan nuestro Mundo. –Anunció Vändor, que
sería el líder de la operación.
- Esperad, dejadme que os cuente algo
acerca de la quinta Joya del Hermetismo. -Se incorporó en la cama y tomó aire.
-Hace miles de años, un sabio de la Región del Norte decidió poner fin al
mandato de los Caos en su Plano. Para ello necesitaba viajar a la Región
Central y crear una barrera lo suficientemente poderosa como para expulsarlos.
Mucha gente se opuso con la excusa de que no lo lograría, pero a él no le
importó.Una vez llegó a la Región Central, de cuyo viaje salió herido, pues no
fue travesía fácil, se dirigió a Astray, uno de los planetas más avanzados
tecnológicamente. Estaba convencido de que podría obtener lo que necesitaba
para llevar a cabo su plan. Primero, debía conseguir una Pluma de dragón, eran
extremadamente raras y difíciles de obtener, pero tenía amigos que podían
ayudarle. Una vez obtenida, debía quemarla con el fuego del mismo Fénix. De ahí
salieron las cinco Joyas del Hermetismo. La quinta, actualmente conocida como
Uña de dragón, de la cual se desconoce su ubicación, fue la que usó como fuente
de poder para el Hechizo de Hermetismo Espacio-temporal. Una vez creada la
barrera, esparció cuatro de las Joyas por todo el Plano, y la quinta se la
quedó él. Antes de morir, transmutó el resto de la Pluma de dragón en una uña
para protegerla en un futuro. El secreto de la Uña de dragón se fue con él a la
tumba, no le habló de ella a nadie. Por eso hoy no sabemos dónde encontrarla.
Lo que sí sabemos es que, siendo la fuente de poder del Hechizo, sólo
reaccionará ante las demás Joyas. Debéis reunir las cuatro antes que los Caos
para poder llamar el poder del Fénix e iluminar la Uña de dragón.
- ¿Tendremos que recorrer todo el Plano?
¡Nos llevará toda la vida! –Exclamó Kairyu, asombrado.
- Sí, es un viaje largo, y debo
advertiros, no es tan fácil entrar en la Región Central. Está oculto por una barrera
que imposibilita su percepción.
- Y, ¿cómo podemos saber dónde acaba cada
Región? –Preguntó Kairyu, que parecía ansioso por comenzar el viaje.
- Tengo un mapa estelar en mi casa, fruto
de décadas de estudios. Podéis cogerlo, aquí está la llave. -Se sacó un aro del
bolsillo de la camisa que contenía al menos diez llaves. Cogió una de ellas,
pequeña, muy dentada y con la cabeza redonda, y se la entregó.
- De acuerdo. ¿Hay algo más que debamos
saber? –Preguntó Vändor desde la puerta.
- No, podéis marcharos. –Respondió el
jefe. –Buena suerte.
Una vez cogido el mapa, se dirigieron a la
entrada del pueblo y salieron, confundiéndose con la espesura del bosque.
Cuando cayó la noche ya estaban cerca de
la frontera con Valindea. Pararon a descansar en un claro, turnando las
guardias por el resto de la noche.
A la mañana siguiente, cuando todos habían
descansado suficiente, se dirigieron sin demora hacia el país vecino. Al
mediodía estaban a pocos kilómetros de la frontera y decidieron parar a comer.
El lugar en el que pararon, un pueblecito que parecía ser el arrabal de la
capital y desde el cual podía observarse la fortaleza de la ciudad, tenía pinta
de ser apacible, un buen lugar en el que vivir. Se observaban las almenas de
las torres, con las banderas ondeando altivas al viento, y los agudos tejados
en punta desafiando al cielo. Tras saciar sus apetitos, pusieron rumbo al
castillo. Al llegar, unos soldados bloquearon la gran puerta metálica.
- ¿Quién va? -Dijo uno de ellos.
- Venimos a hablar con el General, tenemos
pruebas de que el planeta está en peligro.
- Hmm, esperad aquí. –Se dirigió al
interior de la muralla.
Tras un rato de espera, el soldado
valindeano reapareció.
-Podéis pasar, pero tened presente que no
está para bromas, más os vale que sea verdad lo que decís.
Tras un largo rato caminando por los
interminables pasillos del castillo llegaron al aposento del General.
- General, aquí están. -Informó el
soldado.
- Puede retirarse. -Respondió. -¿Y bien?
¿De qué se trata? –Esta vez se dirigió a Vändor, quien estaba delante.
- Es posible que traten de tomar el
planeta. Queremos proponerle una alianza para defendernos. -Respondió, seguro
de sus palabras.
- Qué tonterías, ¿quién sería capaz de tal
cosa? –Dijo el General, casi riéndose.
- Un Caos. Nos han robado el Diamante
Real. –Intervino Trisha.
- ¿QUÉ HAS DICHO? ¿El Diamante Real ha
sido robado? De modo que no eran sólo rumores… De acuerdo, ¿qué proponéis?
- Queremos formar una alianza lo más
grande posible para defendernos de un posible ataque. Nosotros tenemos órdenes
de viajar por el Plano para advertir a las demás Regiones del peligro que
corren. –Informó Vändor.
- Me parece bien. Me encargaré de informar
a los demás países.
- Además de eso, queríamos pedirle un
medio de transporte para ir a las demás Regiones. –Pidió Trisha.
- No es difícil, estamos trabajando en un
nuevo modelo de nave. Si podéis esperar unos días a que esté lista, os la daré.
- Está bien, pero no se demore, es
urgente. –Dijo Vändor, impacientado.
- Haremos lo que podamos, no es tan
sencillo. –El General parecía irritado.
Pasaron tres
días hasta que la nave estuvo completa y por fin pudieron partir. Antes de
salir definitivamente del lugar, Vändor mandó un mensaje a Alboria, no confiaba
demasiado en el General.
*Mientras tanto, en
algún lugar del Plano, dos siniestras sombras se dirigían al extremo occidental
del mismo*
- Caeru, Crocus se
dirige al Plano del Norte, ¿no es cierto? –Dijo una de las sombras, que dejaba
una estela verdosa tras de sí.
- Sí, fue a buscar el
Rubí Divino, pero tardará en volver. Es una Región realmente extensa, no me
gustaría estar en su lugar. –Le respondió su compañero, el cual también dejaba
una estela, aunque ésta era azulada.
- ¿Por qué? Según
Album es la Región más débil del Plano.
- Crocus es muy lento,
tardará bastante en llegar. Y sí, lo es, pero compensa su debilidad en la
guerra con una gran inteligencia estratégica. Según tengo entendido, se ganó el
nombre de Región en sólo una semana gracias a su conocida División General de
Inteligencia.
- ¿Una semana? Debes
estar bromeando, ni siquiera la Región Central, la más avanzada, tardó tan poco
en independizarse.
- Sea como sea, no nos
incumbe, es el trabajo de Crocus, no el nuestro. Debemos apresurarnos si no
queremos que Vacuam se impaciente. –Bufó a la vez que aumentaba la marcha.
- ¿Dónde está el
portal? –Preguntó la sombra verde.
- Ya falta poco,
apresúrate, Viride.
Una vez
obtuvieron su transporte, pusieron rumbo a Lantanio, en la Región del Norte. El
viaje sería largo, de modo que se acomodaron en el interior del vehículo.
Llevaban ya varias horas en silencio cuando Vändor decidió hablar.
- Oye,
Kairyu, ¿a qué se debe que tu voz sea tan grave? Siempre he tenido curiosidad
porque, comparándola con la del resto de los elfos, no se parecen mucho, que
digamos.
- ¿Nunca os
he hablado al respecto? –Le miró extrañado. -Soy mestizo, mi madre era elfa, de
Alboria, pero mi padre era un guerrero hume de las tierras del norte.
- ¿Por eso
eres tan hábil con las hojas? –Intervino Trisha, acertada en sus deducciones.
- Exacto. Mi
madre era una de las mejores cazadoras del pueblo, era capaz de moverse en la
misma sombra de un animal salvaje sin que se diera cuenta; y mi padre tenía la
fuerza de los hombres del norte, más allá de los campos nevados. Según me contó
mi madre, era capaz de partir una roca así de grande de un solo hachazo. -Dijo,
dibujando en el aire un círculo tan grande como sus brazos alcanzaban a
abrirse. –Mis orejas en punta, mi complexión delgada y mi destreza son heredados
de mi madre; el pelo y los ojos oscuros, la fuerza física y la pericia en
combate son heredados de mi padre.
- Y todo eso
lo compensas con lo poco que piensas, ¿no? -Dijo Trisha con tono bromista.
Kairyu soltó
una carcajada. -Puede ser.
- Y, ¿qué
hacía un hombre del norte tan alejado de su tierra? -Volvió a preguntar el
líder, que ni siquiera se había girado hacia sus amigos.
- El muy
cobarde huyó del campo de batalla abandonando a sus compañeros. –Dijo Kairyu,
rabioso. -Y tú, Trisha, ¿de dónde proviene tu nombre?
- No pensé que
te darías cuenta. -Se levantó de su asiento y se desperezó antes de continuar.
-Yo tampoco soy del todo elfa. Mi padre era un elfo, también de Alboria; y mi
madre era miembro del Clan de la Luna Blanca.
- Imagino que
por eso puedes usar magia, me pareció extraño que supieras crear bolas de luz
así como así. Además, tu bastón es poco común. Esa madera no es de nuestro país,
y apostaría que su cabeza está hecha de escamas, ¿no es cierto? –El jefe
siempre tan agudo.
- No pierdes
detalle, ¿eh, Vän? -Le echó una mirada aguda que sintió aun estando de
espaldas. -Tengo el pelo rojo, el bastón y la magia de mi madre; y la
sabiduría, los ojos amarillos y las artes de combate de mi padre.
- Oye,
cuéntanos algo de tu familia. –Reclamó Kairyu.
- Está bien.
Mis padres eran elfos, pero no eran alborianos. Ambos eran buenos con el arco.
De mi padre me queda el arco, la perspicacia y los ojos verdosos; de mi madre,
los brazos finos, la melena castaña y la puntería.
De repente,
algo sacudió la nave. Miraron el mapa, acababan de traspasar el límite de la
Región del Oeste, estaban en Tierras de Nadie.